SE NOS FUE UNA PEQUE DURANTE LA NAVIDAD. HOMENAJE A NAYARA CEJUDO ASCENSIÓN
A lo largo de estos 23 años vida de la escuela, es la tercera alumna en activo que se nos va durante la realización de un curso. La primera fue María José, alumna de Peluquería y madre de familia, dejaba un vacío enorme a su marido y a sus dos hijos, con los que nos pudimos relacionar tiempo después de su fallecimiento porque hicieron formación en la escuela. En este caso, a su mediana edad, había trabajado desde joven y dedicó parte de su vida a su familia, por lo que, cuando se acercó a Esacan, vino a elegir la formación que ella siempre había soñado ya que decidió que era el momento de dedicarse a ella misma. A María José le gustaba la peluquería y quería aprender, aunque no fuera para dedicarse laboralmente; era su ilusión. Aún recuerdo su cara risueña entre sus compañeros de clase y su profe. Pudimos homenajearla en la entrega de orlas.
Nuestra segunda pérdida fue Mónica Rodríguez Brun, había realizado Peluquería allá por el 2016 y, aunque también se interesó en la formación de Auxiliar de Farmacia, los últimos años se decantó por especializarse en Imagen Personal y se centró en la rama de Estética Profesional y las especialidades de Uñas y Pestañas. Dejó marido y dos niñas pequeñas a la edad de mi sobrina con poco más de treinta y cinco años.
En este caso, el de Nayara Cejudo Ascensión, alumna de Pastelería y ex alumna de 3 cursos más desde el 2020 (Higiénico Sanitario, Corte de Caballero y Cocina), nos dejaba un día tan señalado como es el 25 de diciembre. En la locura de estas fechas y con estos días festivos, justo el 5 de enero, víspera de la venida de los Reyes Magos, en el grupo de Whatsapp de la escuela, las pocas personas que estábamos activas en este periodo vacacional del alumnado, debatíamos las pocas llamadas que teníamos que atender y si valía la pena estar abiertos en fechas tan señaladas. Vaya si valió la pena. En un momento del día en el que fui a la escuela para una cuestión personal, coincido con la visita de la madre de Nayra justo el día que no tenía que estar, pero que el destino quiso que así fuera. Sentada en la recepción, le estaba haciendo una solicitud que no entendí, pero inmediatamente escuché a mi compañera ofreciéndose para lo que hiciera falta. En el momento en el que salgo del despacho, las chicas me ponen al corriente de que la persona a la que estaban atendiendo era la madre de Nayara del curso de Pastelería. Como no caigo por el nombre, me muestran el expediente y veo su foto. ¡Claro, Nayara, ya sé quién es! Y mientras miraba su foto me terminan de contar que el motivo de su visita es solicitarnos que no le enviemos más mensajes y que la borremos de la base de datos. Nayara falleció hace 2 semanas con 22 años.
Silencio. Mientras colocas como se puede una noticia así, internamente te surge el interrogante: ¿tenía alguna enfermedad y no lo sabíamos? Pues no, no había ningún padecimiento, fue lo que se conoce muerte súbita y ocurrió mientras dormía. ¿Qué decir en estos momentos donde el mundo de una familia se acaba de derrumbar? Mientras me asomaba a esos ojos profundamente triste de una madre que ha visto irse a su única hija antes que ella de forma inexplicable para nuestra mente racional, le compartía como mi amigo Marci, con 24 años, también nos había dejado sin previo aviso. ¿Qué hacer por esos desconsolados padres cuando les toca vivir una pérdida de esta dimensión? ¿De dónde podrán sacar las fuerzas para superar esta tragedia tan grande? A pesar de que escuché muchas veces de mi abuela uno de los grandes refranes españoles: “Lo único que sabemos cuando nacemos es que vamos a morir,” la forma, el momento, la edad, eso marca mucho nuestra manera de relacionarnos con la pérdida de un ser querido. Mi compañera Jenny no dejó marchar a su madre sin antes darle un caluroso abrazo con todo el cariño que se puede dar en ese gesto, no sólo para consolar a la persona que le dio la vida a Nayara (nadie puede ponerse totalmente su piel), sino por la necesidad de mostrar que estaban juntas ese dolor, en ese desconcierto que provoca una sacudida así.
De Nayara, lo poco que la conocí, solo puedo decir que era una niña discreta, risueña, tranquila. Su profe de Corte que nos dijo: la recuerdo como una buena niña. Su profe de Cocina: era una niña muy trabajadora. Su profe de Pastelería, Assma, nos dijo: “era la alegría de la clase, siempre con bromas y riendo” y ayer, después del minuto de silencio antes de entrar en clase entre otras cosas nos dijeron emocionados: “sin duda el cielo ha ganado una gran persona, siempre con ganas de aprender, con su arte y su alegría. Te vamos a echar de menos”.
Desde Esacan sólo queremos poner algo de memoria a su corta vida, agradecer que nos eligiera una y otra vez para su formación profesional, que nos diera la oportunidad de haberla conocido y haber compartido con ella la grata experiencia que se vive cuando tienes la curiosidad de aprender y, en su caso, lo eligió una y otra vez. Gracias a su familia por haberla apoyado desde el inicio y todo nuestro cariño de parte de sus docentes, la actual y los anteriores, de sus compañeros de clase y de todo el equipo de Esacan. Descansa en paz, Nayara